La Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer "Elisa Martínez" ha orientado hasta ahora a 750 mujeres de La Merced sobre sexo seguro para que transmitan la información a sus compañeras
Aún hay clientes que aseguran que el VIH no existe y se niegan al uso del condón
Foto:Archivo/El Universal
Foto:Archivo/El Universal
VÍCTOR ADRIÁN ESPINOSA
12 de febrero 2011
10:15
En el barrio de La Merced 750 sexoservidoras han sido capacitadas para difundir entre sus compañeras de todo el país temas sobre sexo seguro, como el uso correcto del condón y otras formas para protegerse del virus del sida.
Con más de 20 años trabajando para este sector, la Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer “Elisa Martínez” es la que impulsa esta iniciativa, misma que asistió con servicios médicos, educativos y legales a más de 6 mil 500 trabajadoras sexuales en 2010.
La socióloga y una de las principales fundadoras del proyecto, Elvira Madrid, de 40 años, explicó que el objetivo es reducir la tasa de mujeres contagiadas por el VIH a través de la prevención.
“Las llamamos promotoras de salud y las capacitamos en temas específicos de la educación sexual y sus derechos sexuales frente a los clientes para que luego transmitan el mensaje a sus compañeras”, precisó.
Estas capacitaciones se llevan a cabo en el edificio 115 de la calle Corregidora, a unos pasos de la estación del Metro Candelaria y de Congreso de la Unión.
Al conocer la vida en prostíbulos, calles y cantinas de La Merced, las promotoras difunden con más facilidad sus conocimientos a través de conversaciones casuales, en las que comparten sus historias, escuchan a sus compañeras y ofrecen consejos basándose en vivencias personales.
De las 750 sexoservidoras que participan actualmente en el programa, la mayoría tiene entre 18 y 30 años y realiza trabajos de difusión a lo largo del país.
'Por un trabajo con condón y sin golpes'
Una de estas promotoras es Miriam García, vendedora de sexo de 24 años y madre de un hijo. Morena, de ojos cansados y pocas sonrisas, hace nueve años que se convirtió en prostituta para ganar más que el sueldo mínimo.
“Si no hablas como el barrio habla, pues no te entienden”, dice luego de resaltar la importancia del programa.
Agrega que aún muchos de sus clientes aseguran que el VIH no existe y se niegan al uso del condón.
“'¿Cuánto cobras sin condón?'... Siempre es la misma pregunta de algunos clientes. Yo cumplo fantasías, pero con condón y sin golpes. Tristemente, muchas sí aceptan y no miden las consecuencias”, lamenta Miriam, quien cobra 160 pesos en la mañana y 200 en la noche.
Miriam labora en hoteles o parques públicos cercanos a Anillo de Circunvalación.
“Siendo promotora me uno mucho a ellas, sobre todo ahora que este trabajo es muy difícil de llevar en el DF. La sociedad nos menosprecia y no nos queda más que salir adelante entre nosotras”, señala.
Relata cómo hace cuatro años un militar se acercó a ella durante la madrugada y le ofreció 500 pesos por ir a su casa:
“Me llevó a una zona federal donde me sacó las ropas y abuso de mí, mientras sus manos me destrozaban el rostro a bofetadas. Al día siguiente, regresé a trabajar. Sólo me maquillé un poco, esto nos pasa a todas”.
Criticó la ausencia de un acercamiento directo de autoridades locales para ofrecerles apoyo, sobre todo ahora, dice, que ha bajado de manera considerable el trabajo.
Comenta que en una calle hay entre cinco o seis sexoservidoras “peleándose” por uno o dos hombres. Los únicos que llegan en su turno de 24 horas.
Con más de 20 años trabajando para este sector, la Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer “Elisa Martínez” es la que impulsa esta iniciativa, misma que asistió con servicios médicos, educativos y legales a más de 6 mil 500 trabajadoras sexuales en 2010.
La socióloga y una de las principales fundadoras del proyecto, Elvira Madrid, de 40 años, explicó que el objetivo es reducir la tasa de mujeres contagiadas por el VIH a través de la prevención.
“Las llamamos promotoras de salud y las capacitamos en temas específicos de la educación sexual y sus derechos sexuales frente a los clientes para que luego transmitan el mensaje a sus compañeras”, precisó.
Estas capacitaciones se llevan a cabo en el edificio 115 de la calle Corregidora, a unos pasos de la estación del Metro Candelaria y de Congreso de la Unión.
Al conocer la vida en prostíbulos, calles y cantinas de La Merced, las promotoras difunden con más facilidad sus conocimientos a través de conversaciones casuales, en las que comparten sus historias, escuchan a sus compañeras y ofrecen consejos basándose en vivencias personales.
De las 750 sexoservidoras que participan actualmente en el programa, la mayoría tiene entre 18 y 30 años y realiza trabajos de difusión a lo largo del país.
'Por un trabajo con condón y sin golpes'
Una de estas promotoras es Miriam García, vendedora de sexo de 24 años y madre de un hijo. Morena, de ojos cansados y pocas sonrisas, hace nueve años que se convirtió en prostituta para ganar más que el sueldo mínimo.
“Si no hablas como el barrio habla, pues no te entienden”, dice luego de resaltar la importancia del programa.
Agrega que aún muchos de sus clientes aseguran que el VIH no existe y se niegan al uso del condón.
“'¿Cuánto cobras sin condón?'... Siempre es la misma pregunta de algunos clientes. Yo cumplo fantasías, pero con condón y sin golpes. Tristemente, muchas sí aceptan y no miden las consecuencias”, lamenta Miriam, quien cobra 160 pesos en la mañana y 200 en la noche.
Miriam labora en hoteles o parques públicos cercanos a Anillo de Circunvalación.
“Siendo promotora me uno mucho a ellas, sobre todo ahora que este trabajo es muy difícil de llevar en el DF. La sociedad nos menosprecia y no nos queda más que salir adelante entre nosotras”, señala.
Relata cómo hace cuatro años un militar se acercó a ella durante la madrugada y le ofreció 500 pesos por ir a su casa:
“Me llevó a una zona federal donde me sacó las ropas y abuso de mí, mientras sus manos me destrozaban el rostro a bofetadas. Al día siguiente, regresé a trabajar. Sólo me maquillé un poco, esto nos pasa a todas”.
Criticó la ausencia de un acercamiento directo de autoridades locales para ofrecerles apoyo, sobre todo ahora, dice, que ha bajado de manera considerable el trabajo.
Comenta que en una calle hay entre cinco o seis sexoservidoras “peleándose” por uno o dos hombres. Los únicos que llegan en su turno de 24 horas.
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