Hola me llamo Tania, tengo 19 años, soy estudiante de psicología, me encanta tocar el piano en momentos de reflexión, bailar y salir con mis amigos… tengo mis cosas buenas, al igual que admito que soy una un poco testadura… pero en el fondo, haga lo que haga y sea como sea… soy una persona más en este mundo.
A lo que quiero llegar con esto... es que no soy diferente, por haber vivido una situación diferente... todos tenemos nuestras historias en la familia, pues esta es la mía:
Cuando tenía 16 años, mi madre me contó uno de sus mayores secretos... no sabía si estaba preparada para escuchar la verdad, si ya sería lo suficientemente madura para captar la información y procesarla en mí, sin quedarme huella alguna.
A lo que quiero llegar con esto... es que no soy diferente, por haber vivido una situación diferente... todos tenemos nuestras historias en la familia, pues esta es la mía:
Cuando tenía 16 años, mi madre me contó uno de sus mayores secretos... no sabía si estaba preparada para escuchar la verdad, si ya sería lo suficientemente madura para captar la información y procesarla en mí, sin quedarme huella alguna.
Pero, ¿cuando estamos realmente preparados para escuchar la verdad?
Mi madre, podía haberme ocultado la verdad, pero donde estaría esa confianza de la que se habla... todo hubiera terminado en palabras.
El día que me dijo a lo que se dedicaba, no fue el fin del mundo, no cambió mi forma de ser de un momento a otro... simplemente notaba como una bomba de preguntas se formaba dentro de mí, una mezcla de sentimientos... aquí no cuenta imaginarse: ¿cómo reaccionaría yo? ... porque en el momento de la verdad todo es diferente. A mi madre se le caían las lágrimas, de tristeza y de vergüenza... y a la vez su cara expresaba un sentimiento de alivio, por haber dado ese paso tan grande. Yo me callé y la abracé... y pasaron días y días como si nada…
Yo seguía yendo a la escuela, quedando con mis amigos, hablaba con mi madre... pero no había nada especial, de otro mundo… claro observado desde fuera, todo seguía su corriente... pero en mi interior se estaba creando una nueva persona... estaba intentando ocultar mis sentimientos y mi miedo a lo desconocido detrás de otra chica... que en verdad seguía siendo yo físicamente, pero en mi interior estaba creando una muralla.
Con el tiempo mi madre me solía sacar el tema, siempre con naturalidad, me contaba que era eso de la prostitución... y me resolvía poco a poco mis dudas... está claro, que yo a la edad de 16 años veía la prostitución como algo negativo... mujeres sin dignidad (putas) que se venden porque ellas quieren... cuando nos enfadamos, cuantas veces habremos gritado ese nombre, queriendo lastimar a alguien...
Me daba vergüenza admitir que mi madre era una de ellas... pero ahora se, que la vergüenza y esa victimización que tenia hacia mí misma, era porque el concepto de prostituta no lo tenía correctamente aprendido. Era un concepto que aprendí de mis amigos, que a su vez lo aprendieron de sus padres, un concepto que se creó en la sociedad y yo era víctima de ello.
Admiro el valor y la paciencia y el tiempo que dedicó mi madre para hacerme comprender que es en realidad la "prostitución"... pues esta palabra no tiene una sola definición... sino que abarca dentro de ella un mundo entero... el cual mi madre me ha explicado con el tiempo.
Puedo decir, que desde el momento que supe la verdad hasta ahora, he pasado por diferentes momentos, reflexión, rebeldía y comprensión.
Es verdad que después de crear ese muro dentro de mí y querer esconder la verdad creando una nueva Tania (reflexión), pasé por una fase en la que a veces odiaba a mi madre por lo que hacía... odiaba que al llegar a casa no me contara como le fue en su trabajo, pues claro no venía de un trabajo normal, odiaba ver mi ropa, mis libros y tener que aceptar que eso todo lo tenía por un trabajo que no quería aceptar.
El día que me dijo a lo que se dedicaba, no fue el fin del mundo, no cambió mi forma de ser de un momento a otro... simplemente notaba como una bomba de preguntas se formaba dentro de mí, una mezcla de sentimientos... aquí no cuenta imaginarse: ¿cómo reaccionaría yo? ... porque en el momento de la verdad todo es diferente. A mi madre se le caían las lágrimas, de tristeza y de vergüenza... y a la vez su cara expresaba un sentimiento de alivio, por haber dado ese paso tan grande. Yo me callé y la abracé... y pasaron días y días como si nada…
Yo seguía yendo a la escuela, quedando con mis amigos, hablaba con mi madre... pero no había nada especial, de otro mundo… claro observado desde fuera, todo seguía su corriente... pero en mi interior se estaba creando una nueva persona... estaba intentando ocultar mis sentimientos y mi miedo a lo desconocido detrás de otra chica... que en verdad seguía siendo yo físicamente, pero en mi interior estaba creando una muralla.
Con el tiempo mi madre me solía sacar el tema, siempre con naturalidad, me contaba que era eso de la prostitución... y me resolvía poco a poco mis dudas... está claro, que yo a la edad de 16 años veía la prostitución como algo negativo... mujeres sin dignidad (putas) que se venden porque ellas quieren... cuando nos enfadamos, cuantas veces habremos gritado ese nombre, queriendo lastimar a alguien...
Me daba vergüenza admitir que mi madre era una de ellas... pero ahora se, que la vergüenza y esa victimización que tenia hacia mí misma, era porque el concepto de prostituta no lo tenía correctamente aprendido. Era un concepto que aprendí de mis amigos, que a su vez lo aprendieron de sus padres, un concepto que se creó en la sociedad y yo era víctima de ello.
Admiro el valor y la paciencia y el tiempo que dedicó mi madre para hacerme comprender que es en realidad la "prostitución"... pues esta palabra no tiene una sola definición... sino que abarca dentro de ella un mundo entero... el cual mi madre me ha explicado con el tiempo.
Puedo decir, que desde el momento que supe la verdad hasta ahora, he pasado por diferentes momentos, reflexión, rebeldía y comprensión.
Es verdad que después de crear ese muro dentro de mí y querer esconder la verdad creando una nueva Tania (reflexión), pasé por una fase en la que a veces odiaba a mi madre por lo que hacía... odiaba que al llegar a casa no me contara como le fue en su trabajo, pues claro no venía de un trabajo normal, odiaba ver mi ropa, mis libros y tener que aceptar que eso todo lo tenía por un trabajo que no quería aceptar.
Como veis, no soy la hija perfecta y llena de comprensión, reaccioné al igual que todos reaccionarían, he odiado al igual que todos pueden llegar a odiar... pero por llegar a este punto no significa, que ya no pueda uno mejorar. Este no es el fin del mundo.
Cuando oía a mi madre llorar en el baño y le veía los ojos rojos... ahí se me hacia claro que yo no soy nadie y tampoco soy la víctima en esta situación como para tener que comportarme de esa manera.
Esa mujer, a la que llegué a odiar tanto, era mi madre; la mujer que me daba un techo, ropa, estudios, comida y sobre todo la que más cariño y amor me ha dado nunca. Cuando comprendí esto, fue cuando la fase de rebeldía hacia mis propios sentimientos acabó y comencé a escuchar y a entender lo que realmente mi madre hacia... y con el tiempo entendí lo que realmente es el mundo de la prostitución.
Cuando me preguntan: ¿Nunca has intentado que tu madre dejara la prostitución?
Cuando me preguntan: ¿Nunca has intentado que tu madre dejara la prostitución?
Mi madre es una persona libre, está claro que estaría mas tranquila si viera a mi madre trabajando de abogada (que es uno de sus sueños), pero hay situaciones en la vida y momentos por los que una persona tiene que pasar... mi madre camino por ese mundo y hoy en día es defensora de éste. No es el trabajo de abogada que siempre ha deseado, pero es el camino que tomó su vida de él ha sacado lo mejor posible.
Hoy en día, sé que es la prostitución y si alguien me pregunta sobre como la he vivido siendo hija de una mujer que camino por ese mundo, estoy abierta a contestar sinceramente cualquier duda.
No voy con un cartel en grande caminando por las calles diciendo quien soy yo... pero si no lo hago es por el hecho, de que muchas personas no lo entenderían... pues los conceptos erróneos y los prejuicios por desgracia reinan en esta sociedad. Eso sí, no me escondo... y lo digo una y otra vez... estoy orgullosa de quien soy, de cómo soy... y sobre todo estoy muy orgullosa de la madre que tengo, una mujer que ha luchado y hoy en día sin interés propio, lucha por las demás en esta misma situación. Hoy en día, sé que es la prostitución y si alguien me pregunta sobre como la he vivido siendo hija de una mujer que camino por ese mundo, estoy abierta a contestar sinceramente cualquier duda.
Admiro a mi madre, como madre que es y como mujer... y por último, puedo asegurar que aunque haya pasado por situaciones difíciles, no existen defensores de menores, ni abolicionistas y todo mundo que crea tener los conceptos claros de este mundo... nadie puede hablar en nombre mío. Pues no me considero una víctima... Soy una chica feliz.
Tania
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