Siempre me ha fascinado la solidaridad existente entre las mujeres. Es algo que he experimentado a lo largo de muchos años. Recuerdo las primeras obras de Federico García Lorca, dónde las mujeres tenían que fingir, que mentir, que ocultar y, de ese modo, permitir que la ida fluyera a su alrededor, quizás sin ellas saberlo, sin la necesidad impetuosa de obstruir el camino, de cambiar el rumbo, de construir una vida paralela ante ese machismo que salpicaba de mediocridad la España en gris.
Y es la solidaridad entre las mujeres, esa naturalidad femenina natural y espontánea, de cómo las personas se ayudan unas a otras, la que han construido las mejores historias. Historias que enmascaran la memoria de nuestras mediocridades y nos llenan de esperanza.
Esta mañana, leyendo la prensa, me encuentro con una entrevista a la recientemente ganadora del Premio Planeta Ángeles Caso con su novela Contra el viento en el que expresaba su agradecimiento a todas las mujeres que, como la protagonista de su novela, Sao, luchan contra el viento de la miseria, del sueño de la educación, de los sueños frustrados, de tener que emigrar de sus países; heroínas del siglo XXI que vienen a cuidar de nosotros, de nuestros hijos y de nuestros ancianos, con una bondad infinita.
¡Cuánta razón tiene Caso! Siempre he pensado que la bondad es una actitud individual, algo sobre lo que tienes que reflexionar mucho y que en muchos casos se hace en silencio. No voy a decir que la bondad sea una cualidad de las mujeres, creo que la bondad es universal, pero es un valor en desuso. El altruismo y la bondad no enriquecen al que lo practica. No nos engañemos. Es así. Por eso, me fascina ver que hay tantas heroínas de nuestro tiempo a nuestro alrededor, que jamás querrán llenar de ruido nuestros oídos, que no intentarán ser n oasis putrefacto que copen las páginas negras, blancas o rosas de nuestros medios de comunicación, ni tendrán la virtud de optar por llenar horas y horas de bazofia la televisión.
¡Cuántas heroínas, desterradas y oscuras, viven a diario el exilio forzoso de la desesperación! Mujeres todas. Invisibles. De mirada silenciosa. Mujeres de nuestro tiempo que acuden a nuestras casas para hacernos la vida más agradable, como una Blanche Dubois con el corazón en la mano. Mujeres que hacen que confiemos en la bondad de las desconocidas.
Y se toparán con el sello indiscutible de nuestro desprecio. Algunos intentarán salvarlas, otros intentarán esconderlas o en el peor de los casos nadie las escuchará, salvo para condenarlas a la precariedad o al desprecio, a la humillación o al llanto. Ellas que dan su vida y su cariño por hijos que no les corresponden, cuidando de ellos, mientras otras mujeres hacen su vida. Ellas que entregan su corazón sin apostar nada a cambio o que deambulan por las grandes ciudades desencantadas de ejercer la prostitución con un sinfín de obstáculos. Ellas, las que buscan en muchos casos un billete de vuelta a un destino desconocido, buscando la vida que para siempre han perdido. Ellas, cuyo sufrimiento debido al odio, la intolerancia o la opresión han callado para siempre. Ellas son las heroínas de nuestro tiempo. Heroínas que permanecerán siempre en el olvido. Siempre tendrán la misma cara, sólo cambiarán las víctimas, las vidas, los personajes.
Y es que ellas, como los personajes de las novelas, de las películas sólo existen si alguien las imagina, si alguien las inventa, si alguien piensa en ellas. Existimos si alguien piensa en nosotros decía Fernando León de Aranoa en su fantástica Princesas.
Así me parecen las heroínas de nuestro tiempo. Vienen a nosotros a pedirnos auxilio, a nosotros, que en muchos casos somos vulnerables y estamos perdidos. Y las juzgamos. Por eso creo que no importa lo que les pase, lo que padezcan, las cosas extrañas y terribles que les sucedan. Nosotros no somos nadie para juzgarlas. Al contrario. Son ellas las que podrían juzgarnos a nosotros. Pero no lo harán, porque por esa bondad infinita que tanto alabo sé que no lo harán nunca.
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Siempre estare agradecido á las prostitutas de La Alameda de Hercules de la ciudad de Sevilla qué me hán dado mas cariño del normal .
ResponderEliminarSoy cliente de prostitutas desde mi adolescencia y puedo decir qué son las mujeres qué mas cariño me hán dado especialmente las Latinoamericanas,Marroquís y Andaluzas.
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