Crítica con la 'moda' de la reivindicación entre los famosos, la comprometida actriz inglesa se hace valer: "No soy solo un rostro: he hablado con muchas trabajadoras sexuales". Y para denunciar su situación, se pone en la piel de una prostituta que es engañada, violada, golpeada y que se ve obligada a ofrecer sus servicios sexuales hasta con 40 hombres cada día en un vídeo que se exhibe en la exposición.
El viaje de Helena
La idea de desenterrar la crueldad de una forma de esclavitud que continúa sin abolirse llegó a su cabeza hace tres años, cuando Thompson conoció a Helena. La joven, víctima de la trata de blancas, preside a día de hoy un colectivo que lucha contra esta práctica. "Hablé con ella durante unas tres horas, me contó su historia y le dije que tenía que contársela también al mundo".
Y Helena contó su historia. La historia de una mujer a la que un día le entregaron una bolsa con ropa usada de otra prostituta y le dijeron 'ponte a trabajar'. Nunca había visto a un hombre desnudo. No sabía colocarse un preservativo. No sabía practicar sexo oral. Como ella, otras muchas mujeres digieren el mismo trago amargo "en España, en Londres y en las ciudades ricas, donde los hombres de clase alta pagan por sexo".
Thompson muestra su cara menos amable al denunciar la situación: "la gente cree que saben a lo que vienen, que quieren ganar dinero y enviarlo a sus casas". Y sí. Las mujeres sometidas a trata se dejan camelar por sus extremas necesidades económicas. Pero las violaciones, los malos tratos y las humillaciones no forman parte del guión.
El yugo de los tabúes
"No queríamos contarlo en una película, donde la gente se sienta y lo ve. Queríamos la implicación del público", cuenta la actriz en una entrevista concedida a TVE. Eligieron un paseo por siete contenedores de un barco "porque el 7 es un número mágico cuando se cuenta una historia y porque la gente va pasando de un país a otro".
Cualquiera de los contenedores conduce a un mundo sepultado entre tabúes donde los artífices de la trata ganan hasta 150.000 euros al año esclavizando mujeres. "Cada vez se compra más sexo". La trata es el mayor negocio después de las drogas y las armas.
Thompson recuerda su pasado como militante a favor del feminismo. "A los 20 años era feminista, a los 30 estaba enfadada". Reconoce que los tabúes del sexo no se han tumbado, y ello hace que "el mundo sea un lugar peligroso para las mujeres". Tras dejar clara la diferencia entre la prostitución y la trata, --"una mujer forzada llega a la prostitución y no tiene otra opción"--, a juicio de la actriz inglesa la única solución para acabar con el mercado de mujeres pasa por legalizar la prostitución.
La solución: legalización
"En países como Alemania u Holanda, donde la prostitución es legal, el problema de la trata es enorme". Aún así, pese a que legalizar no significa erradicar, "ayudará a liberar la prostitución, aportará mayor seguridad y permitirá identificar a los responsables de la trata". En el terreno de la prostitución, prohibición es sinónimo de malos tratos. De violaciones. De esclavitud. "Hay prostitutas que dicen que siempre han querido serlo, que ese era su objetivo... ¡no! ¡no es una carrera vocacional! No es una opción, simplemente no hay otro trabajo".
La actriz pone sobre la mesa la posibilidad de poner en marcha campañas dirigidas a los clientes. "Tienen que usar la cabeza" e identificar si la persona a la que pagan fue sometida a trata o no. "¿Cómo ha llegado aquí si no habla tu lengua?", cuestiona Thompson.
Es una pregunta retórica que nadie se hace. Una luz al final de un túnel donde la protección y la acción conjunta de los gobiernos de turno brilla por su ausencia. Y mientras, las mujeres sometidas a trata cubren el rostro con las manos para ocultar su vergüenza. Vergüenza porque alguien que no siente vergüenza abusó de ellas. "No han hecho nada malo, no están fuera de la ley. Sólo están destrozadas por dentro".
El viaje de Helena
La idea de desenterrar la crueldad de una forma de esclavitud que continúa sin abolirse llegó a su cabeza hace tres años, cuando Thompson conoció a Helena. La joven, víctima de la trata de blancas, preside a día de hoy un colectivo que lucha contra esta práctica. "Hablé con ella durante unas tres horas, me contó su historia y le dije que tenía que contársela también al mundo".
Y Helena contó su historia. La historia de una mujer a la que un día le entregaron una bolsa con ropa usada de otra prostituta y le dijeron 'ponte a trabajar'. Nunca había visto a un hombre desnudo. No sabía colocarse un preservativo. No sabía practicar sexo oral. Como ella, otras muchas mujeres digieren el mismo trago amargo "en España, en Londres y en las ciudades ricas, donde los hombres de clase alta pagan por sexo".
Thompson muestra su cara menos amable al denunciar la situación: "la gente cree que saben a lo que vienen, que quieren ganar dinero y enviarlo a sus casas". Y sí. Las mujeres sometidas a trata se dejan camelar por sus extremas necesidades económicas. Pero las violaciones, los malos tratos y las humillaciones no forman parte del guión.
El yugo de los tabúes
"No queríamos contarlo en una película, donde la gente se sienta y lo ve. Queríamos la implicación del público", cuenta la actriz en una entrevista concedida a TVE. Eligieron un paseo por siete contenedores de un barco "porque el 7 es un número mágico cuando se cuenta una historia y porque la gente va pasando de un país a otro".
Cualquiera de los contenedores conduce a un mundo sepultado entre tabúes donde los artífices de la trata ganan hasta 150.000 euros al año esclavizando mujeres. "Cada vez se compra más sexo". La trata es el mayor negocio después de las drogas y las armas.
Thompson recuerda su pasado como militante a favor del feminismo. "A los 20 años era feminista, a los 30 estaba enfadada". Reconoce que los tabúes del sexo no se han tumbado, y ello hace que "el mundo sea un lugar peligroso para las mujeres". Tras dejar clara la diferencia entre la prostitución y la trata, --"una mujer forzada llega a la prostitución y no tiene otra opción"--, a juicio de la actriz inglesa la única solución para acabar con el mercado de mujeres pasa por legalizar la prostitución.
La solución: legalización
"En países como Alemania u Holanda, donde la prostitución es legal, el problema de la trata es enorme". Aún así, pese a que legalizar no significa erradicar, "ayudará a liberar la prostitución, aportará mayor seguridad y permitirá identificar a los responsables de la trata". En el terreno de la prostitución, prohibición es sinónimo de malos tratos. De violaciones. De esclavitud. "Hay prostitutas que dicen que siempre han querido serlo, que ese era su objetivo... ¡no! ¡no es una carrera vocacional! No es una opción, simplemente no hay otro trabajo".
La actriz pone sobre la mesa la posibilidad de poner en marcha campañas dirigidas a los clientes. "Tienen que usar la cabeza" e identificar si la persona a la que pagan fue sometida a trata o no. "¿Cómo ha llegado aquí si no habla tu lengua?", cuestiona Thompson.
Es una pregunta retórica que nadie se hace. Una luz al final de un túnel donde la protección y la acción conjunta de los gobiernos de turno brilla por su ausencia. Y mientras, las mujeres sometidas a trata cubren el rostro con las manos para ocultar su vergüenza. Vergüenza porque alguien que no siente vergüenza abusó de ellas. "No han hecho nada malo, no están fuera de la ley. Sólo están destrozadas por dentro".
El vídeo me ha dejado hecha polvo :(
ResponderEliminarMás que cualquier película sobre la prostitución, son dos minutos tremendos los de este vídeo.
Me molesta sobremanera que se identifique tanto emigración con prostitución. Aquí en España no hacen más que identificar la inmigración con los peores aspectos de la especie homo sapiens, y oh casualidad, esos aspectos siempre están relacionados con marginalidad y delincuencia. No he visto noticias donde los inmigrantes hagan algo "bueno", o donde sen valorice, por ejemploo, su aporte cultural al país de acogida.
Yo soy mujer e inmigrante. Y si digo que memolesta la asociación, es porque sin ser prostituta me victimiza injustamente, y está claro que es una manipulación política. Cierto es que hay mafias, cierto es que hay trata de blancas (de negras, amarillas y pardas), pero pará la mano: ¿qué hay de las prostitutas autóctonas?
Interesante tu blog. Me han gustado mucho dos cositas: que se lo dediques a tu madre, y ese precioso nenúfar con la leyenda "no las dañes".
:+