Chester Brown retrata en la novela gráfica 'Pagando por ello. Memorias en cómic de un putero' su elección de abandonar la búsqueda del amor romántico en pos de las relaciones de pago
TOMMASO KOCH - Madrid - 20/12/2011
Chester Brown es consciente de que juega con el fuego. Pero no le importa. Él, repite varias veces, habla por sí mismo. No pretende que la humanidad comparta su teoría, aunque sí cree que hay otros que actúan como él y no se atreven a decirlo. Lo que este conocido dibujante canadiense (1960) hace, y que ha retratado en la novela gráfica (y autobiográfica) Pagando por ello. Memorias en cómic de un putero (La cúpula), es abandonar la búsqueda, para él frustrante, de una relación sentimental, del amor romántico, en pos del sexo con las prostitutas. "¿Para qué esforzarse tanto si se sufre más de lo que se goza y tarde o temprano termina?", se resume, grosso modo, su concepción. Y más aún cuando eres un "pésimo seductor", como Brown se define.
Todo empezó cuando, con 39 años, el dibujante se puso en una cola para pagar 50 euros y sacarse una foto con una actriz que le gustaba. De repente se dio cuenta de que por el mismo precio podría garantizarse una noche de sexo. "Me sentí avergonzado. Hacía dos años de mi última relación sexual y vi lo desesperado que estaba por incluso solo rozar a una mujer", recuerda Brown.
Era marzo de 1999 y Carla fue la vanguardia de un ejército del sexo que invadió la vida del dibujante. Wendy, Susan, Anne, Mira... son algunas de las protagonistas de 227 páginas en blanco y negro por las que se arrastra el autorretrato sin expresión de Brown. "No quería dramatizar la representación gráfica", cuenta el autor. En efecto, ambos (el Brown personaje y el dibujante) van al grano: una llamada por teléfono, una breve charla y, al cabo de unas viñetas, dos cuerpos se superponen en busca del orgasmo en el que se basa su transacción económica.
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